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  • Foto del escritorÉrika Del Álamo

2020, el año que cambió la vida del artista

Actualizado: 28 abr 2021

El día 14 de marzo de 2020 se decretó el estado de alarma en toda España por la pandemia mundial provocada por el coronavirus. España pasó a dejar de tener vida de un día para otro en cuestión de horas, y comercios, cines, restaurantes, museos, teatros, y un largo etcétera de establecimientos tuvieron que cerrar.


A partir de ese momento se declaran actividades esenciales todo lo relacionado con la alimentación o la salud, ignorando los demás sectores, como el de la cultura.

Varios meses de confinamiento en toda España fueron necesarios para demostrar lo necesaria que fue en todas las casas la música, los teatros, el baile, los libros, en general, el arte y la cultura, pero no era lo suficientemente importante como para dejar que se disfrutase de ellos de una manera “normal”.

Miles de artistas de todo el mundo empezaron a ver la situación como desesperante, no se lo creían. “¿Hacia dónde tiro ahora, si la música no tiene salida?” se cuestiona Fercho Energy (ver perfil), dj nacional. “En nuestra cabeza iban a ser un par de meses e íbamos a seguir con nuestra vida normal, iba a ser un pequeño parón” cuenta África Mansaray (ver perfil), vocalista del grupo Podium. “No nos lo creíamos, pero cuando pasó, pensamos que serían unos pocos meses. Ahora es más el pensamiento de desesperación”, explica Fernando, miembro de La Jarranga Xaranga (ver perfil).


Esta situación de cambio llevó a compañías teatro, músicos, teatros, locales, compositores, etc., a tener que adaptarse a las circunstancias. Conciertos y obras de teatro online, directos con los fans en redes sociales, creación de nuevo contenido reinventándose en su espacio de trabajo y su sector, fueron, entre otros, algunas de las “soluciones” que se obligaron a tomar. “Individualmente empecé de forma autodidacta a aprender a tocar instrumentos” cuenta Alejandro, miembro de La Jarranga Xaranga. “Me he esforzado en reinventarme y crear un contenido distinto para seguir facturando. Me he tenido que romper más el coco”, comenta Energy.


Las complicaciones iban más allá de los conciertos, pues, los ensayos, algo tan fundamental, dejaron de poder hacerse, Buscarse la vida para no parar en seco fue una de las salidas por las que se optó como artista.


“Cuando se dice que la cultura es segura es algo más que un slogan, es algo que se ha demostrado que es así”, remarca Roberto García, director adjunto de Artes Escénicas del Instituto Valenciano de Cultura. Poco a poco el tiempo dio la razón a la cultura y a su público, y dejó en claro la necesidad vital que todo el mundo tenía de disfrutarla. “En esta pandemia se ha visto que la cultura nos mantiene vivos. La vida sin cultura no tiene sentido.”, opina Carles Ortega, gerente del teatro La Plazeta de València.


El lunes 8 de junio de 2020 comienza la Fase 2 de la desescalada en gran parte del país, lo que permitía, finalmente “abrir cines, teatros auditorios y espacios similares con butaca preasignada y limitación de aforo de un tercio” Además, “se podrán celebrar espectáculos culturales con menos de 50 personas en lugares cerrados con un tercio del aforo y al aire libre serán posibles cuando congreguen a menos de 400 personas siempre y cuando sea sentado”. Estas nuevas medidas iban a ser temporales, hasta pasar a la siguiente fase, que mejoraría la situación, pero la realidad es que se mostraba lo que para entonces pasaría a llamarse “nueva normalidad”. Los aforos, adía de hoy, siguen estando limitados, y las medidas sanitarias continúan siendo las mismas.


Pero no todo fue abrir y tener público. Los locales y teatros contaban con muy poco público dentro del aforo permitido, porque, pese a esas ganas de disfrutar de una obra o un concierto, el miedo al contagio estaba ahí. “La primera vez que abrimos íbamos como si hubiésemos entrado en el apocalipsis.”, cuenta Carles Ortega, sobre la apertura del teatro La Plazeta en julio. “No sé si la pandemia va a influir en que se mire otra forma de animar la fiesta, no la nuestra.”, temen los miembros de la Jarranga Xaranga, que se exponen diariamente a estar en contacto cercano con su público.


Además de factores como el miedo, el aforo o las medidas sanitarias, uno de los niveles que más se ha visto afectado es la economía de todos aquellos que forman parte del sector de la cultura. Los artistas dejaron de hacer conciertos, los actores dejaron de actuar en obras, los locales dejaron de acoger a artistas y los teatros y salas dejaron de programar conciertos. “Antes del confinamiento habíamos firmado con una discográfica para hacer giras por toda España”, cuenta África. “Antes de todo teníamos cerrados muchos festivales a nivel nacional e internacional” explica Fercho Energy. “No nos van a cortar las fallas”, aseguraban La Jarranga Xaranga antes de una de las temporadas más fuertes para su carrera. Todos ellos, como artistas, sufrieron las pérdidas, o no ganancias, que suponía seguir con normalidad su carrera y crecer para consolidarse en el panorama musical, pero la crisis sanitaria fue un antes y después para sus recorridos.


El descontento de los artistas cada vez era mayor, y se dejó en claro con campañas como #AlertaRoja, en la que miles de artistas del país se unían para reivindicar la importancia de la cultura, con slogans como “Sin cultura no hay futuro”. Esta campaña se llevó a cabo en septiembre del pasado año, convocando el día 17 manifestaciones simultáneas por toda España.



Los beneficios bajaron de forma brusca. Solo el sector de las artes escénicas mueve más de 300 millones de euros al año, y, en el mes de abril de 2020 se aseguraban pérdidas de hasta 130 millones de euros, siendo más de 30.000 funciones en las que no se había levantado el telón.

Para los músicos, la situación no fue diferente. Pese a haber creado contenido y poder acercarse a su público mediante las redes sociales, las pérdidas ascendían, de marzo de 2020 a febrero de este año a 1.265 millones de euros, según datos de El Confidencial y del comunicado de prensa emitido en abril por Ampos.

Tanto las artes escénicas como la música en directo fueron unos de los sectores primeros en caer. Los aplazamientos pasaron a convertirse en cancelaciones, y, por tanto, devolución de dinero a todas esas personas que pagaban sus entradas con la ilusión de poder disfrutar de sus cantantes y actores favoritos en vivo.


Ahora, la normalidad está empezando a asomar, pero la relajación de medidas está descartada. Las salas y locales vuelven a abrir, los conciertos se vuelven a hacer, y los teatros vuelven a abrir sus telones. Y, aunque el aforo es muy reducido y el contacto es inviable, los artistas están recuperando la ilusión por ver de nuevo a su público y escuchar aplausos y gritos, lo que más les llena de su carrera. Los artistas están cumpliendo, sufriendo y esforzándose por demostrar algo por lo que han estado luchando durante ya más de un año: la cultura es segura, y sobre todo, necesaria. Sin cultura no hay futuro.



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